Continuamos hablando de la catedral de Florencia: hoy dedicamos esta entrada a la construcción y decoración de su famosa cúpula.
Como ya dijimos, el proyecto para la edificación de la cúpula salió a concurso público en 1418, presentándose numerosos proyectos tanto para el diseño de la misma como para la construcción de las máquinas que habrían de participar en el proceso. El concurso no tuvo un ganador concreto, sino que se decidió encargar el proyecto a Filippo Brunelleschi, que acababa de volver de Roma, y al escultor Lorenzo Ghiberti.
Fue éste un proyecto complicado debido a la altura y forma de la cúpula: construida sobre un tambor octogonal, la excepcional altura de la construcción y en consecuencia su elevado peso fueron resueltos por Brunelleschi con un diseño de doble cascarón. La cara exterior, con forma apuntada, está realizada con más de cuatro millones de ladrillos dispuestos en forma de espina de pez, renovando una técnica ya conocida en el Imperio Romano. La parte interior es una semiesfera perfecta, y entre ambas caras hay un espacio vacío en el que se insertan arcos y vigas de madera, cuya función en trasladar parte del peso de la parte superior de la cúpula hacia el interior, y así aligerar la construcción. Tenemos, de este modo, dos cúpulas que se autosustentan, lo cual hizo posible que fueran construidas sin cimbras o apoyos.



Cuando viví en Florencia tuve la gran suerte de que mi casa estaba en el centro histórico de la ciudad, y podía ver la gran cúpula desde la ventana de mi habitación: no podéis imaginar la sensación de sentarme en el alféizar de la ventana para estudiar, con la imagen de la cúpula al fondo. Me costaba concentrarme porque constantemente se me iba la vista desde el libro hacia la catedral, pero poder echarle un vistazo todas las noches antes de acostarme era impagable.
Imágenes de Wikipedia
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